Una prosperidad inaudita. Edmund Phelps

A lo largo del siglo XIX diversos países comenzaron a vivir una longeva época en la que la innovación que marco el ritmo del desarrollo económico. La razón de ese impulso hay que buscarla mucho mas allá de los descubrimientos y avances científicos y tecnológico. Fueron millones de personas las que individualmente se vieron estimuladas y preparadas para crear innumerables productos y métodos que dinamizaron la economía moderna, dejando atrás la tradicional. ¿Por que ese impulso se ha perdido con el tiempo? Y, sobre todo, ¿Que hay que hacer para volver a potenciarlo?

El premio Nobel de Economía Edmund Phelps relata y analiza ese largo periodo de prosperidad económica masiva, explica las razones de la decadencia en el mundo y expone las claves para volver a incentivarlo en el futuro inmediato.

Al ser tan extensa la idea que pretendía transmitir, Edmund Phelps dividió el libro en tres partes diferentes:
Original: Aquí


Primera parte: La Experiencia de la Economía Moderna

En esta primera parte se examina las economías modernas como elementos nucleares de las sociedades modernas que surgieron en el siglo XIX. Edmund Phelps explica qué se entiende por economía moderna, el dinamismo y la importancia de este en las economías modernas, los efectos tanto materiales como inmateriales de estas economías y los causantes de la misma.

Las economías modernas son aquellas economías del siglo XIX, como Estados Unidos o Reino Unido, que tuvieron un enorme impulso económico debido a que esas economías estuvieron potenciadas por el dinamismo. Este dinamismo es la voluntad y capacidad de innovar. Es decir, una innovación entendida como una capacidad de las personas de la época la cual les hizo ser libres y capaces de proponer, probar y explotar ideas nuevas, diferenciando entre el dinamismo del espíritu empresarial y el estado de alerta de las oportunidades.

Esta capacidad no vino como si nada. Las causas para que apareciera esta innovación y por consiguiente el dinamismo, fueron la democracia representativa y la revolución cultural. La política antiguamente beneficiaba únicamente a los estratos más privilegiados de la sociedad. La democracia representativa supuso la representación de todos los ciudadanos en la política.

Cabe destacar que el trabajo en esta época ya no era una lacra más del día a día. De ahí esa revolución en la cultura económica. Durante esa época el trabajo pasó a ser una manera de fortalecer el desarrollo personal a la vez que se veía como una oportunidad para crecer laboralmente.

Las consecuencias que trajeron consigo las economías modernas fueron mayoritariamente positivas. Un ejemplo de dichas consecuencias es: el despegue de los salarios reales a la vez que la productividad, una disminución de la pobreza y la indigencia, el desarrollo personal, la implicación intelectual, la tendencia intrínseca a la inclusión, etc.


Segunda parte: Contra la Economía Moderna

En esta segunda parte se habla de dos modelos que surgieron para mejorar aquellas cosas en las cuales flaqueaba el capitalismo. Estos dos modelos son el corporativismo y el socialismo.

El socialismo surgió cuando algunos intelectuales de la época, como Karl Marx o Friedrich Engels, comenzaron a realizar teorías sobre el capitalismo. Tales teorías dictaban que el capitalismo no beneficiaba a la clase trabajadora, que el proletariado debería ser la clase dominante, etc. El surgimiento de estas teorías provocó protestas y levantamientos. Lo que supuso, en palabras del autor, una perdida muy grave de dinamismo en las economías modernas. Edmund Phelps se apoya en de Friedrich Von Hayek y Ludwig Von Mises para criticar al socialismo ya que para ellos este atacaba al centro de las economías modernas ya que intoxicaba a la sociedad con la fiebre del dinero y por el materialismo.

El corporativismo, en el siglo XX, reflejado en dictaduras como las de Mussolini o Hitler, también rompe con la prosperidad económica, el cual, según Edmund, tenía un lado oscuro ya que reprimió la abundancia de esas oportunidades individuales y forzó a los participantes para introducirse en un sector de actividad o abrir un negocio. Es decir, era un sistema opresivo. Las consecuencias que trajeron consigo estos dos modelos fueron pésimas ya que, al estrechar el margen de actuación en el mercado, elimino o afectó negativamente al dinamismo necesario para la búsqueda de innovación autóctona.

Tercera parte: Decadencia y Refundación

Para finalizar, Phelps narra en esta ultima parte del libro los motivos de la perdida de dinamismo y las claves, según el autor, para volver a incentivarlo en un futuro inmediato.

El declive de las economías modernas comenzó en los años 60 y ha continuado en las siguientes décadas. Este declive se dio primero en Europa, aunque no era tan notorio debido a la entrada tecnológica desde el extranjero, sin embargo las naciones europeas, tan escasas en innovación autóctona como andaban, no pudieron seguir prosperando a la estela de la economía estadounidense cuando esta demostró estar en una situación de parecida carencia.

Los factores del declive fueron las acciones depredadoras del sector público, de la decadencia de su propia cultura y de las traiciones de sus gestores y administradores.

Se hace notable hincapié en la responsabilidad que tiene la clase política en el declive ya que se les acusa que no supieron reaccionar correctamente a las deficiencias del sistema operativo institucional-cultural de las economías modernas.

Ante estos problemas que la sociedad y las economías sufren hoy en día, el autor expone las claves para volver a tener ese dinamismo. Principalmente se necesitaría aquello que incentivo al surgimiento de las economías modernas en el siglo XIX. Es decir una cultura económica en el cual se revalorice el espíritu de concepción, experimentación y exploración que se extendía por la economía, y que conducía, a base de perspicacia y golpes de fortuna hacia la innovación.
Conclusión Personal:

En mi opinión este libro aboga por un replanteamiento de los principios fundamentales que sustentan las economías modernas de los países desarrollados, en un llamamiento general tanto a gobiernos como a sociedad civil de que consensúen – así en abstracto, como si fuera posible y fácil… - qué teorías queremos aceptar que permitan una comprensión compartida de qué tipo de economía y sociedad deseamos tener. Por eso recuerda que en EE. UU. es improbable que prosperidad y dinamismo vuelvan -en el grado y dimensión en como él lo concibe- porque existe la creencia generalizada de que la libertad es suficiente para que regresen. A Europa le insta a mirarse el ombligo, pues sigue sin ser capaz de darse cuenta de que mediante el férreo control estatal sobre el capital privado no se puede alcanzar la estabilidad. 

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